sábado, marzo 17, 2007

La guitarra todo el día

Nunca pudo (o no quiso) estudiar porque sus inquietudes no pasaban por los libros. Esos volúmenes gigantes que, en sus manos pesaban más que un yunque. Entonces decidió abandonar todo tipo de esperanzas académicas y se refugió en su eterna compañera, la guitarra. Eran tiempos difíciles, como siempre los fueron para los bohemios como él. Sentado en su banqueta, Gabriel interpretaba versiones de su banda favorita ya extinta, Creedence, y lo hacía en un dudoso inglés, con lo que las posibilidades de subsistir eran cada vez menores y la incertidumbre cada vez mayor.
Cierto día se le presento una oportunidad laboral. Era de un primo que trabajaba de hombre de seguridad en el túnel de la estación de subte de Carranza, también llamado túnel de Irreversible, por el polémico film. Así las cosas, él no tuvo otra alternativa que dejar la calle Florida. Su querida calle, donde él supo ganarse un pequeño lugar, a fuerza de constancia y carisma.
Los primeros días en su nuevo trabajo fueron difíciles. No es nada facil estar de pie en un lugar como un poste de luz electrica (tampoco como un cartel callejero, por poner un ejemplo). Era un cambio muy brusco, sin duda.
Allí, en el túnel, los días transcurrían con la lentitud de una tortuga preñada. Era llegar, charlar un rato con el hombre de seguridad del turno anterior, compartir unos mates con él en la pequeña casilla destinada a los guardias, y después dar vueltas por el lugar. Ya después de unos meses, se iba habituando a la rutina. Veía pasar las mismas caras por aquel túnel, día tras otro, y a veces se arrimaba a los artistas callejeros que tocaban sus versiones de temas de Serú Giran y Sui Generis. Gabriel, con su uniforme reglamentario, escuchaba una canción, los aplaudía y les dejaba una monedita de su magro sueldo. Cierto día llegó a pedirles la guitarra y cantarles una sentida “Down on the corner” de Creedence, para animar el rato, con muy buena recepción por parte de los músicos de la banda y de los transeúntes del túnel. Pero en ese momento pasó una señora coqueta, que venía tal vez de Barrio Norte (cosa que es probable, pero que nadie podría ratificar) y lo amedrentó por no cumplir con su trabajo. Lamentablemente, ese fue su ultimo dia laboral, ya que la señora coqueta lo denunció a la empresa de seguridad por no cumplir con sus funciones, sin piedad alguna.
Al dia siguiente ya se encontraba otra vez en la calle, lo que significó un alivio, ya que por fortuna los amigos del túnel que pasaron tantos momentos con el, lo invitaron a sumarse al grupo musical de Carranza.