Llegaste a tu
casa en silencio y dejaste tu mochila ahí, prolija sobre el sillón. Tenías
puesta la remera de tus adorados Joy Division. Despacito sacaste el disco y le
diste play con los auriculares puestos. Después miraste a la chica de la tapa. El
disco era ¿Dónde están los ladrones?
de Shakira, que te empezó a gustar por el tema “Ciega sordomuda”.
En ese preciso momento
apareció tu novia y te preguntó por qué lo compraste si siempre decís que la
música latina es “una mierda insoportable”.
Y ahí mismo te acordaste
de aquella vez que ibas caminando por Corrientes y te detuviste en una
disquería.
Sonaba La Oreja de Van Gogh y enfilaste hacia la puerta
del local porque querías saber de quién era ese tema. Le preguntaste a un
muchacho que tenía un tatuaje de AC/DC en el brazo derecho, lo que en un
principio te hizo acordar al de Andrés Calamaro y Julieta Cardinalli.
El pibe te miró
fijo y se le hincharon los ojos de sangre, y echando llamaradas de fuego desde
las pupilas te dijo que no tenía la menor idea de cómo se llamaba la booosta
que estaban escuchando en ese momento.
Después de un
segundo silencioso, vos recordaste las sabias enseñanzas y decidiste salir a tomar
aire a lo Ravi Shankar.
Cuando volviste
a tu casa te bajaste la discografía completa de La Oreja de Van Gogh, aunque por precaución la
dejaste guardada en un rincón muy muy secreto de tu compu.
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