viernes, julio 29, 2005

24-K

Los kioscos 24 hs. ya son casi una necesidad. Siempre hay uno a mano, en la esquina o enfrente.
En general no hay una diferencia de precios relevante entre ellos, pero siempre gana el que le pone buena onda con intercambio de comentarios más o menos lúcidos, lo que depende además del día y la hora. Obviamente, no es lo mismo caer al kiosco en la madrugada del sábado que en la tardecita entre semana. Tampoco el tipo de cliente es el mismo, claro.
Pero seguro es en la madrugada donde se esconden las charlas de kiosco más atractivas (antes cuando vendían birra esas charlas eran mejores aún).
Diálogo posible cliente-kiosquero, en la madrugada (a través de la reja):

Cliente: Hola, ¿me das un Prime?
Kiosquero: Sí, ¿de qué color?
C: Ehh… cualquiera, es mas o menos lo mismo, mientras no sean esos gruesos que vienen con arrugitas, ¿viste?
K: Los rojos texturizados, decís…
C: Claaaro. ¡Ese no!
K: Bueno, serían $3, sino tenés la promoción…
C: ¿Qué promoción?
K: ¡Dos Prime por $5!
C: Ehh, no… dejála ahí. Tengo para darle rosca para rato, pero tampoco me quiero agrandar, papá! JA-JA-JA. (guiñada de ojo). ¡Chau!
K: JA-JA-JA! (…qué boludo….).

viernes, julio 22, 2005

Vale la pena

La muerte es algo así como sentir que las esperanzas que cada persona guarda en un rincón del corazón son aplastadas por un elefante ¿Por qué?
Las expectativas son el motor de la vida… o no? Los consejos del estilo “…pero no te me duermas en los laureles, eh!!” (seguidos por una risotada forzosa) son comunes luego de cada logro. El problema de esos “laureles” radica en su carácter efímero.
El deseo inmediato de querer acumular mayor cantidad de ellos en la vitrina imaginaria del alma, nos lleva inevitablemente al desencanto. Llega un determinado momento de la vida en que ya poseemos una colección, pero ello no es suficiente. Un caso típico: te aumentan el sueldo, y vos en lugar de concentrarte en la alegría que ello implica, te fijás en que a tu compañero de la oficina vecina le fue aumentado en mayor proporción. Envidia, celos: nada de eso va a servir para que mejore el estado emocional del presente. Esto no implica, sin embargo, dejarse llevar por la comodidad, es claro que el “dejarse estar” tampoco es una posición adecuada. Si bien no existe un término medio general (existe, claro, pero es particular para cada persona), el bucear dentro de cada uno y encontrar un punto que no nos lleve al extremo de la comodidad ni a la facilidad del conformismo es tarea ardua y requiere un análisis constante de la reacciones personales ante cada suceso. Esto puede llevar años, décadas o es posible también que jamás se consiga. De todos modos, mucho, muchísimo vale la pena intentarlo.

lunes, julio 18, 2005

¡Súbete a mi bondi!

El colectivero, ya acostumbrado, clava la vista en la oscuridad del sábado a la noche en Buenos Aires. Son las 4 A.M. y mientras caen los-que-nos-colgamos-hasta-que-por-fin-salimos, junto a los me-vuelvo-que-ya-es-retarde, el individuo espera alguna dama que no tenga para el boleto, pero que guste de una amigable charla. Que se suba, que le susurre al oído la situación (para intentar pasar desapercibida), y se siente en el primer asiento siempre desocupado. Pero en caso de estar ese asiento ocupado, la muchacha deberá ocupar el lugar que se encuentra justo detrás del respaldo del chofer, posiblemente con un banderín de Racing estampado.

Diálogo posible:

CHOFER: ¿Vas lejos? (si va hasta la terminal, por lo menos la tengo cerca)
PASAJERA: No, voy acá nomás, hasta Plaza Once. (por suerte)
CH: Pero yo te dejo a cinco cuadras de ahí. (¿...o cualquier bondi la deja bien a esssta?)
P: No importa… camino. (pero llevame y calláte, gil… este pibe no se levanta ni a la mañana…)

PRIMER SILENCIO… ¿Y ahora qué?

CH: Che... qué frío que está, ¿no? (decí algo, o por lo menos calentame un cacho, mamita…)
P: Sí, 8 grados decía la radio. (este es mas pajero de lo que pensé)
CH: ¡No! ¡5!
P: ¿Cómo 5? (me cago en la diferencia, pero…)
CH: ¡Sí! ¡5 de sensación térmica!
P: Uhhh… mirá vos… (me recago en la puta diferencia).

SEGUNDO SILENCIO… ¿y ahora qué mas?

CH: ¿...y a vos no te cabe la Academia? Yo voy con Racing para todos lados! (¿Se enganchará con esta?)
P: A veces miro el fútbol, en la tele… pero no soy de ningún cuadro, eh! (...a éste le llego a decir que me lo emperné al mono Navarro Montoya ¡y me cuelga!)
CH: Ahhh… a mí mi viejo de chiquito me llevaba a la cancha ¡Él estuvo cuando la inauguró Perón! (qué grande el general que nos hizo la cancha!)
P: Y… hace mucho, ¿no? (¡Y a mi que carajo me importa! ¡Forro-puto!)
CH: Y… yo tendría unos 3,4 años mas o menos…(¡Qué equipo el del ’67!)
P: Ahh, mira vos… Uy! me parás en la próxima que me tengo que bajar? (¡por fin!)
CH: (guiñando el ojo derecho): Chau, ¡nos vemos!P: Chau, ¡gracias! (¡Ufff! ¡¡¡El garrón que hay que comerse por 80 centavos del orrrto!!!)

lunes, julio 11, 2005

Súper-ración.


Los llamaban los “Sábados de Súper-ración”. Era el día en que todos ellos (chicos bien de Belgrano), se juntaban en casa de la siempre cálida Vicky a disfrutar los banquetes que compraban con lo que recolectaban de sus casas.
La cosa era más o menos así: Todas las mañanas los padres de cada ¿criatura? les entregaban unos $10 en concepto de viáticos y almuerzo para el día escolar. Pues bien, de ese dinero cada uno ahorraba lo que quería o podía, según la distancia y comodidad que implicaba el viaje hacia el colegio de cada uno (algunos viajaban en el 60 diferencial con aire acondicionado), y cómo les pegaba el hambre al mediodía; había días en que invitaban a una chica o chico, otros en que se compraban un paquete de Lucky 10. En síntesis, con el sobrante, ellos se juntaban para los “Sábados de Súper-ración", en casa de Vicky (como ya se expuso anteriormente). Cada uno hacía su aporte al pozo común, y alquilaban videos para acompañar el banquete, aunque había sábados donde no había video, y se ponían a jugar al Estanciero (con animalitos de plomo), al Simon o al Ludo Matic, todo comprado en La Bond. También cada uno llevaba su disco de la semana, la novedad o bien la curiosidad que habían bajado de Internet, y votaban por el disco más interesante, cuyo proveedor era eximido de poner guita para el pozo de la semana entrante.Fue uno de esos sábados donde Ricky, de cabellos largos y enredados como una virulana tuvo su primer acercamiento en materia sexual. Pues, ¿Como fue? No tengo ni la menor idea, PERO la pasó bárbaro y se sacó toda la leche. Después merendaron.

sábado, julio 02, 2005

¡Se va el cole!

A la tardecita la ciudad de Concordia se dirige hacia su destino de encierro nocturno y las calles se van transformando en desiertos de asfalto. Las almas que poblaron el día de bullicio desaparecen, y los canillitas que reparten el vespertino “El Heraldo” van tratando de desprenderse de sus últimos ejemplares del día. “Es el último, don...”, me ruega un pibe de no más de 8 años, con frío y ganas de volver a casa con la plata que le dejó la venta del día. Y yo no compro diarios, y ni siquiera esa imagen desgarradora que se ve a diario en Concordia, logra que compre uno.
“No, disculpáme…”, me excuso en la esquina de Av. San Lorenzo e Hipólito Irigoyen, luego de caminar escasas 15 cuadras (de 50 metros cada una), y dirigirme hacia la estación Terminal, donde me espera el colectivo rumbo a Federación. No estoy apurado en absoluto, y esto no es la vertiginosa capital argentina, por lo que aprovecho y hago una breve recorrida por los distintos comercios que rodean la estación terminal. Entre maxiquioscos, parrillas y sandwicherías al paso; entre heladerías, una feria americana y locutorios varios, ingreso en tres de estos locales:

Local 1, Tienda de ropa “D’trabajo”: No, no es que se me haya prendido tardíamente a la moda de las bombachas de campo que, como se sabe, tuvieron su auge hace ya unos años; la onda “campo”, alpargatas de yute, bombacha pañuelo, ese pseudoesnobismo que ataca por épocas, incluso a la gente del interior. El caso es que en la vidriera exhibían, entre estos artículos mencionados y uno que otro mameluco, unas poleras muy lindas que me convencieron al ver la etiqueta: $12 de contado. Genial; me la llevo a Buenos Aires y, claro, cultivo el esnobismo porteño retro 70’s, con una polera de liquidación en un bolichón de Concordia, la que, por supuesto combino con un saco de feria americana. Entro muy decidido al local, la señora que me atiende me dice lo que necesito saber: “Son industria nacional, puro algodón”. Me encierro en el probador mientras suena Arjona por la radio local (si, lógico, debería sonar Virus, pero bue...), y veo con decepción unas montañitas de tela insoportable que se forman bajo el cuello y el por qué la polera sale 12 magos. “Buenas noches, ¿Como anda, Raquel?” escucho decir a una clienta y, antes de llamarla para preguntarle si tiene otro talle, pienso en los Auténticos Decadentes. Pero no hay caso: me excuso, le sonrío y me voy.

Local 2, Locutorio Telecom.: Pido cabina para llamar a Salto (ROU), y hablar con un artesano local de bombillas para mate (aclaro esto porque tal vez alguien pensó que hay un Edison uruguayo, pero no, el tipo hace las mejores bombillas que he visto en mi vida, y dan ganas de tomar mate en serio), pero suena varias veces y nadie atiende. Corto, mientras veo las pantallitas de los adolescentes encendidas con el MSN, chicas y chicos con su guardapolvo escolar escrito con la banda de moda, algún corazoncito, cosas así, cosas de chicos. Intento llamar nuevamente, pero otra vez nadie responde. Al borde de la indignación, me pregunto: “¡¿Pero qué estará haciendo este tipo?!, ¿tomando mate?”, y salgo del lugar ya hacia la terminal.

Local 3, Kiosco de diarios y revistas: De la gran cantidad de diarios y revistas que se distribuyen a nivel nacional, aquí se encuentran sólo las de chimentos: las ineludibles Caras y Gente, más alguna de “inferior” “calidad”, como Semanario o El Paparazzi. Las supermodelos de siempre, mostrando los superculos de siempre, Maradona, Susana o Tinelli. Nada nuevo. La novedad son, sí, (al menos para mi), las revistas regionales: como la “Panza Verde”, de humor político entrerriano. Tiene en su portada un chiste donde un personaje desde el inodoro en el que está sentado observa a un ejecutivo del FMI llevarse su rollo de papel higiénico, y el personaje dice “hiban...”, y me detengo unos 10-15 minutos para descubrir si el error ortográfico era parte o no del chiste. “No, lo que pasa es que esta así por el IVA, viste, ahí está el chiste...”, me dice el quiosquero, que peina sus cabellos azabaches con la raya bien al costado. “No entiendo un carajo”, casi le respondo, pero opto por una pregunta clásica:
- Cómo va Boca?
- 1 a 0 gana.
- Ahh... y quien hizo el gol?
- Ehhh...no sé.
- Gracias.
Media vuelta, y a preguntar si el coche de la empresa “Zenith” va a tardar aún más de los 10 minutos que ya viene demorado. Me confirman que sí, por lo que sigo dando vueltas, y me ofrecen panchos, gaseosas o “sánguches” de milanesa, instalados informalmente sobre la plataforma. Uno de los puestos tiene un nombre simpático: “El panchilito”. Descarto todo ofrecimiento con una sonrisa sincera, y me siento en un banco a escuchar el compilado de singles de Placebo hasta que llega el colectivo (o el "cole", como dicen por acá), y me siento en la primera butaca, para observar la panorámica luna y las estrellas que iluminan todo el recorrido de una hora exacta de viaje. ¿Que tengo una hora? Entonces me calzo el discman con Babasónicos y “Miami” (1999), cuya duración es de 58 minutos y 53 segundos. De Viernes 4 AM, hasta “Casualidad”. De Concordia a Federación. Escucho a Dargelos que canta “destino de velocidad...”, y me abrocho el cinturón hasta llegar a destino.